La joven voz de Clara Campos difunde la música sefardí y andalusí

La joven cantante onubense Clara Campos, de 23 años, rehusó hacer carrera lírica como soprano, también a liderar un grupo de rock -o, en palabras suyas, de “música comercial”- y se está consagrando a la difusión y salvaguarda de la música antigua, tanto sefardí como andalusí y cristiana.

“Creo que son unos tiempos peligrosos para el propio sentido y valor de la música, por esto de las redes sociales, youtube,... Quizás se esté perdiendo el verdadero valor y razón de por qué hacemos música, o por qué existe la música. La música no es exhibicionismo, elitismo, competición, ambición económica, escaparate donde lucirse o lucrarse, sino todo lo contrario”, ha dicho a Efe la joven intérprete.

Tras actuar durante casi toda la semana pasada en las ruinas de Baelo Claudia (playa de Bolonia, Tarifa, Cádiz) -“el mejor escenario en el que he actuado en mi vida; el mar también se escuchaba”, ha señalado-, la cantante ha dicho a Efe que la salvaguarda del patrimonio histórico cultural, de la música antigua en general y de la sefardí en particular, es “una obligación”.

También ha asegurado que si se dedica a la música antigua es porque “si se mira hacia adentro con sinceridad y sin pretensión, y volvemos a los orígenes, a lo fundamental, a lo sencillo, nos encontramos con una herramienta muy poderosa y mágica, capaz de muchas cosas, capaz de todo”.

“La música es terapia, es medicina, es espejo, es comunicación, vínculo de conexiones y para compartir, está en nuestras vidas siempre, todos la usamos y todos nos beneficiamos de ella”, ha asegurado antes de añadir que “cada músico con consciencia y respeto se debe realizar la pregunta, y ser consecuente, de '¿para qué hacemos música?'”.

A pesar de su juventud, la cantante está más preocupada en esa relación de sensibilidades que en el éxito comercial: “Espero que esto no se me olvide nunca y tenerlo bien presente; por supuesto que caigo en este juego muchas veces, rectifico e intento controlarlo, personalmente me parece muy difícil encontrar un balance equilibrado, porque también necesito promocionarme, pero al mismo tiempo no quiero entrar en la jungla de 'egos'”, ha añadido.

A los 17 años interpretaba fados porque siempre se sintió cautivada por la música desde que siendo niña oía cantar flamenco a su abuelo Juan cuando regresaba de sus tareas agrícolas en la localidad de Paterna del Campo (Huelva), en la que Clara comenzó sus estudios de canto con profesores de la Escuela Municipal de Pilas (Sevilla) para completarlos en el Conservatorio de Sevilla.

También dedicó un periodo a la “música comercial”, para decantarse definitivamente por la música antigua porque, ha explicado: “me enriquece y me aporta más, siento más al cantarla”, mientras que de la lírica ha asegurado que, aunque no siguió los consejos de hacerse soprano, “es una herramienta, un recurso que ayuda a ampliar registros”.

En su repertorio cuenta con no menos de treinta canciones sefardíes, unas composiciones que también admira por tratarse de una música viva, que sigue evolucionando, que no llegó a perderse y que se conservó, a pesar de la diáspora, con distintas particularidades de cada zona geográfica.

También disfruta con los instrumentos antiguos que la acompañan, como el laúd árabe -lo toca para ella el musicólogo y músico Daniel Pareja- y, tras asegurar que sus padres son rockeros y seguidores de grupos como Rolling Stones, ha admitido con humor: “A la gente de mi edad que le gusta el 'botellón' no escucha este tipo de música; el público de mis actuaciones suele ser mayor que yo”.