“¿Cómo se ve un ángel actual? Seguro con un problema mental”, narra la biografía de Meth Math en su cuenta de Instagram. Una buena síntesis de lo que nos encontramos en su propuesta artística cuyas aristas tocan un punto específico de la generación actual, una amplitud de miras a la hora de componer y la articulación de la música como un aparato cultural. En su esperado álbum debut, Chupetones, nos dan todo eso y más, con el reggaetón como tangente sutil entre distintas capas electrónicas y unas letras de relevancia para con el mundo que vivimos y sus diversas dimensiones.
Living la vida loca, la canción de Ricky Martín, fue un hit perfecto en su momento en términos de mercantilización de lo latino como un producto. Es uno de los mayores ejemplos de la forma de introducir la música latina (o una parte que fue tomada por el todo) y que generó una imagen muy cómoda para los mercados europeo y estadounidense. Un chico ‘latino’ estereotipado, con una buena canción que invita al baile y a esa construcción del concepto de lo latino como algo exótico y salvaje. Eso funcionó a finales de los 90 y se ha repetido en los últimos años con una gran parte del reggaetón más mainstream. Y de alguna forma se han cubierto cotas, aceptando que la que se considera latin music tiene una única temática, unos tipos de ritmos muy concretos y un joie de vivre específico.
Escuchar el trabajo de Meth Math no solo rompe contundentemente este efecto; es en sí un emocionante ejercicio de pop musical contemporáneo con todas las claves para entender, entre otras muchas cosas, la diversidad que tiene aquello que llaman latin music, concepto creado desde la mirada mercantil. Aquí y ahora hablamos de lx latinx.
Chupetones consolida el liderazgo de Meth Math dentro de esta generación de artistas latines que no ponen cortapisas a su experimentación y construye la dicotomía en la que el propio grupo siempre ha existido: entre la rave y lo gótico, lo sagrado y lo profano, entre el neoperreo y el emo new-age. Las nueve canciones del álbum son en ocasiones odas al desamor y, en otras, invitaciones a la profunda oscuridad de un club postapocalíptico.
Letras que operan como poemas donde el trabajo sobre las imágenes de los artefactos culturales de la Gen Z están absolutamente bordados. Meth Math potencia la dinámica del electro-pop; en Chupetones hay espacio para la ironía y el divertimento, pero de la misma forma que la base de reggaetón opera en diferentes planos de las capas de sus canciones, también lo hacen los sentimientos; el nu-goth trabaja de formas no tan misteriosas. Grabado en Hermosillo y Ciudad de México, el resultado es una encarnación colectiva de la banda y de la estridente fiesta onírica que solo ellos pudieron imaginar con la ayuda de colaboradores como Nick León, Daniela Lalita y ZAH.
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El ángel de Cyberia, el romanticismo reggae-synth de Abducida, el nihilismo de Mermelhada, o el sugerente y oscuro opening del disco con Mantis (“Te espero, abiertas / Antenas completas / Te como por piezas / Joyas en las piernas”). O la increíble Myspace: “La pista yo te perdí en la deep web / Año veinte cero seis / Subiendo canciones a Myspace / Notas raras música al revés / Estuve flotando por el request / Nalgas hechas de pixеl /Todo el tiempo existiré, eh”. Se cumplen veinte años del nacimiento de MySpace, que existe como residuo de una generación que hizo la transición de la World Wide Web a la macro-capitalización de la tecnología, y Meth Math recoge perfectamente en su canción y en su imaginario cómo esto ha afectado a los códigos y lenguajes de nuestras relaciones, como si de un adolescente pernoctado que lee Guadal / Cyborg de la argentina Elena Annibali se tratase.
Desde el lanzamiento de su EP Pompi en 2020 y el EP mrtal en 2022, Meth Math ha allanado su propio camino entre el reggaetón y la electrónica sombría y experimentales. Compuesto por la vocalista Ángel Ballesteros (con la que hablamos en esta entrevista) y los productores Error.Error y Bonsai Babies, Meth Math ha establecido una estética propia y ha colaborado con contemporáneos de la electrónica como Sega Bodega, Machine Girl, Dinamarca o Blue Rojo. El año pasado, el grupo h se presentó en el icónico Boiler Room New York City, curado por Shayne Oliver (Anonymous Club, Hood By Air), junto a Bladee, Ecco2k y Baby Sosa, además de hacer su debut en un festival mexicano en Ceremonia.
Llegó el día y Chupetones salió a la venta. ¿Cómo te sientes?
Lista y emocionada y nerviosa y feliz.
Vuestro último single, Cyberia, relata una historia interesante. En él hacéis un divertido pero profundo retrato de lo que sería un ángel en el mundo actual, que quizás dice más del mundo actual que del ángel. “Mirada triste, baila feliz” es una genial forma de resumir la experiencia vital de los jóvenes hoy en día, y de cómo el escapismo hacia la disociación es una ventana a no pensar en la, a veces difícil, realidad. ¿Cómo nace esta canción, en qué os habéis inspirado?
Siento que todas las personas que no nos identificamos con cómo funciona el mundo en verdad somos ángeles que llegaron a cambiarlo. Pero a veces es difícil existir en esta realidad como un ser divino.
Al contrario de la tendencia de la mayor parte de los artistas latinos y de la música en español que estamos acostumbrados a oír, en vuestro caso trabajáis estilos musicales fuera de lo habitual en este sentido. Aunque la fiesta esté presente, y, la invitación a bailar, hay más capas emocionales en vuestras letras y en la electrónica que hacéis. ¿De qué forma habéis abordado vuestro proyecto musical?
Creo que no tener reglas ha hecho que todo se dé con originalidad.
¿Recordáis el momento en el que decidisteis crear Meth Math? ¿Cómo lo recordáis?
Sí, solo fue por diversión, nunca creamos pensando en un proyecto musical como tal en la industria, eso solo pasó por consecuencias. Pero fue una decisión normal, una excusa para juntarnos a hacer música y divertirnos. Nunca pensé que era una decisión importante que cambiaría mi vida.
¿Os sentís parte de una escena más bien alternativa o, con el resurgir del techno y la aparición del hyperpop, queréis acercaros a las masas?
Amo acercarme a todo lo que se tenga que acercar en mi camino, así que estoy abierta a encontrarme con lo que me tenga que encontrar siendo yo misma y real a lo que me gusta y quiero.
¿Qué tal ha sido la experiencia de trabajar con Nick León para la creación del álbum?
Algo bien, Nick es una persona muy tierna y talentosa. También fue interesante darle libertad de composición a alguien más de nosotros tres, que es a lo que estamos acostumbrados.
En Myspace realizáis un interesante tratamiento del reggaetón. Está ahí como base de percusión, pero entran sonidos más oscuros y potentes. En la letra hay fantásticas imágenes creadas con tecnicismos de internet. ¿Cómo se vive el desamor en 2024 en la red? ¿Cómo lo vivís vosotros y cómo os ha influenciado esto para escribir una canción como Myspace?
Siento que las relaciones hoy en día están hechizadas por este platonismo y realidad falsa de internet y las redes. Es algo que antes no pasaba y, de ahora en adelante, es algo que solo tenemos que aceptar, que el amor y el deseo se vive en más de una dimensión.
Sobre el vídeo, dirigido por Antonella Dellarossa & José Ramón Sahagún, ¿cómo planteáis una creación audiovisual como esta con la que sentir que se refleja vuestra música con imágenes?
Es mi parte favorita, poner la música con imágenes para crear los sentimientos adecuados. En verdad, a la hora de crear un video siempre me gusta expresar la película que se crea en mi cabeza cuando escucho la canción y de ahí parto con las directoras para crear algo parecido o con ese mismo feeling.
En el vídeo de Mantis os asomáis a una piscina verde, toda una metáfora si pensamos que fue uno de los primeros temas del disco que pudimos conocer. En él, una especie de metamorfosis con imágenes preciosas relatan la canción. ¿Qué historia hay detrás?
El arriesgar todo, incluso que te coman por sentir amor, el sentimiento más hermoso del mundo.
Una de las canciones que destaca en el disco es Trenzas, junto a Daniela Lalita. ¿Qué tal la experiencia de grabar junto a ella este temazo?
Fue muy lindo ver los nombres que le pone a sus stems.
Mermelhada es una canción con una progresión fabulosa y cuya dinámica narrativa destaca por su nihilismo, se contagia eso de “ser feliz”, y más en la pista. Habéis colaborado con ZAH para este tema. ¿Cómo surgió?
Solo abrí un link que me mandó y sentí una conexión inmediata con sus sonidos.
¿Cuáles son vuestras principales referencias musicales?
Mecano, The Vengaboys, The Knife, Wisin y Yandel, Cocteau Twins, Maria Daniela y su sonido laser, Gigi d’Agostino, y muchos más. En verdad, muchas cosas nos inspiran.
BBC Radio 6, The Fader, Rolling Stone… Son muchos los medios internacionales que esperaban con ganas vuestro disco debut. Recientemente se ha anunciado el line-up de este año en Coachella y se aprecia una inclusión considerable de artistas que cantan en español. Ya llevamos varios años en los que lo que se considera ‘música latina’ tiene cada vez más proyección internacional. ¿Es más música que latina? Quiero decir, ¿pensáis que esta tendencia refleja el sentir o la esencia de la cultura de los países de latinoamericana, o se queda en una cuestión de cuotas?
Creo que el contexto cultural sí influye en la manera de crear y el resultado, pero se me hace muy simple y corta la relativa de ‘latinx’. Es como decir música europea, ¿qué significa? Según yo, las cosas son mucho más interesantes y complejas que categorizar algo por un terreno tan grande y multicultural.
Capullo tiene un toque más Lo Fi, Abducida es la power ballad del disco y Axila es una especie de himno para una fiesta en el espacio. ¿Cómo habéis vivido el proceso de selección de estos temas, habéis tenido que sacrificar alguna idea o canción que se haya quedado fuera?
Sí, tuvimos que dejar algunos temas fuera para que la curaduría tuviera sentido.
¿Qué planes y deseos tenéis para 2024?
Estar abierta a la abundancia para crecer mi comunidad.